Una revista de literatura, donde el amor por las letras sean capaces de abrir todas las fronteras. Exclusiva para mayores de edad.

martes, 27 de mayo de 2014

María del Carmen Aranda, la madrina de la revista, firmará en la Feria del libro el 3 de junio. ¡Os esperamos!

Como ya sabéis La Revista de Todos, vuestra revista; siempre ha difundido todo lo que tenga que ver con la literatura y cuando la noticia incumbe al padrino de la revista, con más ganas damos a conocer la noticia.

¡Sí, María del Carmen Aranda, estará el próximo martes 3 de junio firmando en la caseta nº 159, de 18:00 a 21:30 horas!


Como siempre os espera con los brazos abiertos, los mismos que siempre tendrá la revista para difundir cualquier noticia que ella quiera dar a conocer por este medio.

Por desgracia no podré acompañarla, mi trabajo me lo impide; pero desde aquí la mando toda la energía del mundo, seguro que la tinta de los bolígrafos correrá.

¡No olvidéis difundir la noticia y el link de esta revista!


¡Pasaré lista!


Eva Mª Maisanava Trobo

sábado, 24 de mayo de 2014

Luis Anguita Juega, el padrino de la revista, firmará en la Feria del libro el 15 de junio. ¡Os esperamos!


Como ya sabéis La Revista de Todos, vuestra revista; siempre ha difundido todo lo que tenga que ver con la literatura y cuando la noticia incumbe al padrino de la revista, con más ganas damos a conocer la noticia.

¡Sí, Luis Anguita Juega, estará el próximo domingo 15 de junio firmando en la caseta nº 27, de 18 a 20 horas!

Como siempre os espera con los brazos abiertos, los mismos que siempre tendrá la revista para difundir cualquier noticia que él quiera dar a conocer por este medio.

Por supuesto, que servidora, la directora de la revista, estará ese día para cubrir el evento, si él me lo permite.

No olvidéis difundir la noticia y el link de esta revista. Deseo de todo corazón que se quede sin tinta en el bolígrafo. No olvidéis que la grandeza del padrino, reside en la sencillez de su corazón y en la humildad de su forma de ser.

Mi lugar, mi pequeño sueño, Siempre habrá un lugar para soñar, Donde está tu destino, son obras dignas de compras, además de tener la oportunidad de que su autor os dedique personalmente cada ejemplar.




¡Yo, no me lo pierdo!

¿Me fallaréis?; el padrino y servidora estará apoyándole durante un rato en un día tan especial para un escritor, como lo es el poder firmar en la feria de Madrid.

¡Pasaré lista!

Os espero

Eva Mª Maisanava Trobo



miércoles, 21 de mayo de 2014

Una espera diferente


A pesar de ser un viaje que solía hacer con bastante frecuencia, ése día la espera en la estación de Atocha era distinta.

La exagerada puntualidad que me caracterizaba, hizo, una vez más que saliera con prontitud de mi casa, para que me diese tiempo a desayunar tranquilamente y luego coger el ave destino a Zaragoza.
Ése viaje iba a marcar un antes y un después en mi vida.


Llevaba un par de meses saliendo con un chico y estábamos en ese momento de la relación en la que la amistad se tiñe de respeto, de amor incontrolable y de planes, muchos planes...


Mientras que estaba sentada en un banco, esperando a que mi tren fuese anunciado por megafonía; observaba a las personas que a mi alrededor había, como jamás antes lo había hecho, con alegría y optimismo.

A saber de las historias dispares que se ocultaban detrás de todos los que allí estábamos; sin embargo, mi estado de felicidad hacía que fuese capaz de imaginar lo que poca gente imaginaría.


Quizás por ese motivo, me decidí a coger un par de folios y dar comienzo a un relato que tenía que presentar para la revista que dirigía.


Era curioso observar a aquella chica sentada, esperando... al que podría ser el amor de su vida, mientras que yo intentaba escribir un relato —lleno de sentimientos— como siempre lo hacía, pero con la incomodidad de escuchar por megafonía constantemente como anunciaban las diferentes salidas del Ave.

De repente, levanté la vista del folio y justo en aquél momento llegada él, un poco triste. Tal vez porque sabía que había hecho esperar a esa niña de mirada penetrante. Sosegada a veces como el agua de una balsa, y otras... agitada, inquieta, como las olas de un mar poderoso, rompiendo con sus olas todo lo que se encontraba a su paso.

Pude percibir como discutían, y eso me dolía. A simple vista parecían la pareja perfecta: jóvenes, apuestos y casi con los mismos objetivos en la vida.

Al rato se besaron dejando atrás toda esa sensación gélida que anidó en mi corazón mientras les observaba.

Se dirigieron a una cafetería. Mientras estaban desayunando, las miradas cómplices decían más de su relación, que la mejor declaración de amor; y es que se amaban, tímidamente, pero se amaban.


Les perdí de vista cuando entraron a facturar sus equipajes.

Ya no sé como terminaría esa historia o quizás si comenzaría una relación sólida e indestructible.

¡A saber que pasaría entre ellos! Por más empeño que ponga, nunca lo sabré...


Solo sé, que ahora me encuentro sentada en un asiento, rumbo a una ciudad que me tiene enamorada; llena de ilusión, con miedo, pero ilusionada.

A mi lado, esta él, aquél chico que entró en mi vida hace un par de meses; sentado, escuchando música y respetando mi vida de escritora...

Una espera diferente la de aquél día, porque es la espera, que llevaba esperando toda la vida.


Esa sensación de paz, de amor y de solidaridad.


—¿Qué será de esa pareja?

—¿Se amarán?

—¿Lucharán por su felicidad?

No lo sé, pero si puedo escribir lo que deseo que sea: el comienzo de una verdadera historia de amor.





Poemas a la luna 2014





En este ecuador de vida ya vivida,
donde caminos de ida y vuelta se hacen sombra,
una mirada cansada que se olvida,
y ese rasguño de miedo que te acecha.
Ni tan lejos, ni tan cerca,
el grito mudo se ha dormido,
el eco confundido se despierta.
Ni tan muerto, ni tan vivo,
el sueño roto se recuerda.

Y cae la noche, los sueños,
la soledad y el olvido.

Ni tan loco, ni tan cuerdo,
el silencio, el llanto de un niño,
el miedo, un ladrido.
Caen las palabras dormidas, los ojos cansados,
cae...un suspiro.
Yace en la tierra la espada dolida,
la sangre mojada, la verdad,
un latido.
Duerme una estrella, una lágrima,
una hoja y el frío.
Y escribo,
desde un tiempo que no me pertenece,
desde una hora que dejó de ser la mía,

ya no recuerdo cuando.

Si, observo, vivo y escribo en silencio.
Como una necesidad de evasión,

de ese sarcasmo diario que nos enfunda.
Como el aullido del lobo a su manada,

en un idioma que solo entendemos los menos cuerdos.
A la aguja que sin querer da vueltas,

y a la madera corroída que me escucha.
Por la compañía de la sombra de esta pluma ya cansada,

que conoce más de mí que yo misma, 
y de la que apenas… soy discípula.








Tonadas de Lluvia









Y entonces mi mano

empezó a deslizarse

en la inmensidad

de una hoja de papel…


Mientras el suave…

dulce y relajante golpeteo

de gotas de agua

anunciaban

hermosa…deliciosa…

y sosegante lluvia.


Cuantas veces

en otros tiempos…

su sonido resultó ser

ruido discordante y disonante;

incómoda e inoportuna

acción climática.


Hoy su sonido

asoma a mis oídos

despierta mis tiempos

despierta mi historia.



Hoy el agua discurre

en su acorde.


Me narra su historia

me narra mi historia

en cada sonido…

en cada tonada.


Se adentra en mis silencios

y los transforma en música.


Entonces y sólo entonces…


REDESCUBRO MI ORDEN


REDESCUBRO MI ESENCIA.







El lenguaje





Si no tuviera el lenguaje
y fuera un animal, como las gallinas,
hablaría con miradas interrogantes
entre cocoreos parpadeantes
la cabeza ladearía, entre sopesares,
entre pros y contras de la duda mía.
Me mecería en ritmos oscilantes
y muy quedamente, en un abrir de ojos,
graciosamente te respondería...
¡No hables!

Si no tuviera el lenguaje
y sí la cresta bien erguida, todos verían
mi gran pose admirable.
En silencio me observarían.
Dícese del silencio que es un arte...
¡No hables, galla María!
Si no tuviera el lenguaje,
otro gallo cantaría...





Es Tiempo de Marcharnos




La brisa salada y refrescante del océano sopla suavemente sobre el pequeño pueblo de pescadores, trae consigo la sensación de paz de un mar armónico. Una paz mezclada con la tranquilidad del inmenso cielo azul. El olor a peces, cangrejos y langostas es transportado por el viento delicadamente, viajando desde el puerto hasta los terrenos del cementerio donde muchos pescadores yacen enterrados en el sagrado lugar, donde un hombre solitario está mirando con tristeza la tumba que esta frente a él. Una tumba con los nombres de Roberto Pérez y Carlos Pérez grabado en la lápida de mármol que está sobre ella. Esos son su propio nombre y el nombre de su hijo.

Roberto está esperando a su hijo, después de su muerte Carlos desapareció. Se supone que debieron cruzar al otro lado hace unos días, pero Carlos nunca llego al cementerio y Roberto no va a cruzar sin él, va a esperar el tiempo que sea necesario. La espera no se prolongó más.

—Hola papá— Una voz dice a sus espaldas. Roberto se vuelve para ver a su hijo parado a su lado.

—Carlos, hijo, ¿dónde estabas? He estado esperando por ti, ya pasaron varios días— 

El padre de Carlos levanta sus manos y las pone sobre los hombros de su hijo.

—Yo estaba en casa, quería ver a mamá— Su padre lo abraza, Carlos lo abraza también.

—Oh Carlos, eso está mal, no se supone que fueras allí. Tenías que estar aquí conmigo, dispuestos a cruzar —silencio— Bueno ni modo, ya está hecho, ¿cómo está tu madre?

—Ella todavía está muy triste, pero lo acepta— Carlos mira al cielo.


—Tu madre es una mujer fuerte y ella siempre sabía que podíamos tener un accidente.

—Yo realmente la extraño. Papá, no quiero cruzar. Tengo miedo de este lugar, tengo miedo de no volver a verla. Quiero quedarme con ella.

Fundidos en un abrazo fraternal, padre e hijo recuerdan el último momento en el que los dos estuvieron juntos con la madre de Carlos. Ese día fue similar al de hoy, un cielo sin nubes, una suave brisa del océano, las olas casi ausente y el equipo de pesca estaba listo en el barco. Como todos los días, la Sra. Pérez preparó el desayuno para su esposo y su hijo. Curiosamente ese día preparo el desayuno favorito de su hijo, huevos revueltos con jamón y papas fritas caseras acompañadas de una taza de café recién colado al estilo de antaño, no con una moderna máquina de café.

—Mamá, este café esta delicioso. Puedo oler este aroma todo el día— Carlos respira profundamente sobre la taza de café.

—Te preparé un termo para que tú y tu padre puede beber mientras están pescando—

—Gracias Lisa, tengo la sensación de que hoy va a ser un gran día de pesca. El clima es fantástico— Dice Roberto.

—Van a tener un grandioso día. Aquí está el almuerzo para los dos— Lisa le pasa a Roberto una bolsa con dos emparedados de cerdo. Carlos ya tiene el termo de café en la mano.

Roberto besa a Lisa y se despide, Carlos hace lo mismo y los dos salen de la humilde casa. Lisa se da vuelta y comienza a limpiar la cocina. Padre e hijo caminan hacia el puerto, tratando de decidir en qué área van a pescar. Aún oscuro, las estrellas mostraban un cielo totalmente despejado. Sin viento y con un mar sin olas finalmente deciden ir a un banco de arena sumergido que está muy retirado de la costa. Es un lugar estupendo y muy productivo para la pesca pero por la distancia no es visitado con frecuencia por los pescadores del pueblo. Sólo unos pocos de ellos van allí y sólo en días muy tranquilos como este.

Es pasado el mediodía y el día seguía perfecto. Vieron otros dos barcos de pesca en los bancos pero ahora están fuera de la vista. El bote de Roberto es viejo, como la mayoría de los barcos del pueblo pero a pesar de ser viejo, el barco está en buenas condiciones y todavía muy fiable. Roberto siempre le está dando el mejor mantenimiento que puede.

Roberto y Carlos están sacando fuera del agua su red, arrastrando con ella un buen número de peces, están muy contentos por ello y no se dieron cuenta de las nubes negras en el horizonte. Unos minutos más tarde las olas comenzaron a ondular de una manera más pesada. El viento comenzó a soplar con más fuerza, la brisa fría y el olor de la lluvia anunciaron la proximidad de un mal tiempo.

—Papá, se acerca una tormenta— Carlos ve las nubes negras en el cielo.

—Lo sé, date prisa y terminar de sacar la red— Roberto comienza a revisar el motor.

Las olas crecen rápido, golpean el lado del barco y el agua entra con fuerza al interior. Con el viento en aumento, el barco se mueve estrepitosamente de lado a lado y las olas lo hacen brincar de arriba a abajo. Gracias al mal tiempo la extracción de la red es una tarea muy difícil de completar.

—Córtala— Grita Roberto. Estaba empezando a preocuparse seriamente por el clima.

—Pero papá, es nuestra única red.

—Ya basta Carlos, tenemos que salir de aquí ahora. La tormenta se acerca, viene directamente a nosotros y viene rápido.

—Casi la logro sacar papá, apenas unos minutos más y tendré la red fuera.

—Carlos, olvida la red, córtala ahora. ¡Ya basta de argumentos!

Carlos tomo el machete y cortó la red la cual desapareció rápidamente en el agua, Carlos miro con tristeza como su única forma de vida se desvaneció en las enfurecidas aguas del mar, por lo menos parte de ella. Él empieza a pensar en lo que pueden hacer con la parte que tienen en el interior del barco, por lo menos pudo salvar más de la mitad de la red, ya se le ocurría alguna idea. Roberto puede maniobrar la embarcación más fácilmente sin el pesaje de la red empujándolos hacia abajo. Acelera más para tener una mejor manera de luchar con las grandes olas. La tormenta ya está sobre ellos, pero el confía en estar fuera del peligro en pocos minutos. Entre la lluvia y el viento, un tornado de agua comienza a formarse a poca distancia. Una inmensa columna de agua que se elevaba hasta las nubes, un cono majestuoso y bello que conecta el mar con el cielo. Carlos puede sentir el agua salada del mar desafiando la ley de la gravedad gracias a la succión del embudo que está tirando hacia arriba el agua del mar, es una lluvia hacia arriba, una lluvia que va desde la superficie hasta el firmamento, es un mortal pero bello fenómeno de la naturaleza. Cuando un tornado se forma sobre el agua no dura mucho tiempo, pero esos pocos minutos son muy peligrosos. La columna en espiral engulle el barco de pesca antes de que Roberto y Carlos pudieran abandonar la zona. Ese día nunca regresaron al pueblo y los grupo de búsqueda comenzaron la desesperada tarea de tratar de encontrarlos. Fueron hallados dos días después por otro pescador. Sus cuerpos estaban flotando cerca uno del otro, mezclados entre los escombros del naufragio de su barco.

—Realmente voy a extrañar su sonrisa, sus besos, sus abrazos, su tierna mirada y su café.

—Hijo, yo también voy a extrañarla demasiado, ella nos va a hacer falta pero algún día vamos a estar juntos de nuevo. Ahora es tiempo de marcharnos.

—Quiero quedarme aquí papá, no quiero irme. Quiero quedarme con mamá. Quiero esperar aquí por ella.

Se abrazan de nuevo. Un grupo de gaviotas vuelan sobre ellos y una mujer camina hacia la tumba. Roberto y Carlos no se dan cuenta de la solitaria figura que camina en esa dirección. La mujer se detiene junto a ellos, el padre y el hijo sienten una explosión de emociones cuando la ven. Vistiendo un vestido negro, la Sra. Pérez está de pie al lado derecho de su hijo.

Ella mira el sepulcro por unos pocos segundos. Sus ojos tristemente revelan su dolor, sus lágrimas humedecen su rostro. Lisa coloca en el suelo una bolsa que trae consigo. Da otra mirada a la inscripción en la lápida, abre la bolsa y desde el interior saca un termo de café. Pone el termo en el suelo y busca de nuevo en el interior de su bolso. Esta vez saca una taza de café, la taza de Carlos. Padre e hijo la miran con ojos encantadores.

Ella abre el termo y el aroma del café recién hecho inunda la atmósfera. Toma el termo y la taza de café, poco a poco llena la taza. Cierra el termo y lo pone de nuevo en el bolso. Lisa se mantiene silenciosa durante un par de minutos, simplemente observando la taza con el café caliente sobre la tumba de su familia.

—Carlos, aquí está tu amado café. Esa tormenta salió de la nada y en un momento se llevó a los dos, más tarde se inició la búsqueda, pero no necesitaba esperar por las malas noticias, cuando ustedes dos no volvieron como de costumbre ya lo sabía. Después de la ceremonia del entierro no pude volver aquí porque tenía un profundo deseo de quedarse en la casa, el recuerdo de los dos, especialmente la memoria tuya hijo mío me mantenía en esas cuatro paredes— Roberto mira a Carlos. Carlos mira al suelo sin decir nada. —Pero ahora me siento mejor. Carlos lo siento por no venir antes, ahora tengo la energía y el deseo de venir aquí, a visitarte a ti y a tu padre. Voy a venir con frecuencia para traer tu café y voy a hornear tu pastel favorito para tu cumpleaños, después de todo, vas a tener dieciséis años en tres meses. Por favor, se paciente, voy a estar con ustedes algún día. Vamos a estar juntos de nuevo. Mientras tanto espero que tú Roberto lo cuides bien.

Lisa toma la taza y drena el café en el suelo junto a la tumba. Ella coloca la taza de nuevo dentro de la bolsa y se pone de pie. Se despide de su familia y se va. Se siente en paz, con espíritu. No más tristeza, ella sabe que sólo tiene que ser paciente también. Paciente hasta el día en que se reunirá con su hijo y su marido en el otro lado.

—Estoy listo para ir ahora papá. Ya no tengo más preocupaciones acerca de mamá, sé que nunca nos va a olvidar y por fin entiendo que algún día vamos a estar juntos de nuevo. La amo y te amo papá.

—Te amo hijo, así como a tu madre. Juntos vamos a esperarla en el otro lado.

—Roberto pone su mano sobre el hombro de Carlos, el sol brillaba, no hay nubes que cubran la inmensidad del infinitivo azul. Los pájaros cantan, las flores están radiantes con sus colores mágicos y los dos espíritus desaparecen en la belleza del día.



El examen.



Alejo tiene veintiséis años, está estudiando ingeniería, se supone que está en cuarto de carrera, pero ni él mismo lo tiene muy claro. En realidad, tiene pendientes tres de primero, cuatro de segundo, y no tiene muy claro cuantas de tercero. Pero este año ha decidido ponerse las pilas y empezar a recuperar terreno, los viejos empiezan a perder la paciencia —que más les dará a ellos si tienen el dinero por castigo— piensa. Para él, su vida está más que resuelta; su máxima es: “vive de tus padres hasta que puedas vivir de la herencia”.

El problema es que este año el viejo se ha empeñado en que tiene que aprobar alguna. La amenaza ha sido, literalmente: “O me traes un aprobado o te vienes de Santiago y te pongo a trabajar en la obra abriendo zanjas a pico y pala”. Y el cabrón del viejo es capaz de cumplir la amenaza. Pero esta vez le enseñará quien es Alejo. Lleva un mes dejándose las pestañas encima del libro, los apuntes ha tenido que pedirlos, él no aparece por clase para nada, ¿para qué? Si es necesario, le compra los apuntes fotocopiados a alguno de los empollones, que esos tienen poca pasta y una ayuda les viene siempre bien. Y mientras, él puede dedicarse a su verdadera vocación, la noche. Piensa que tal vez debiera buscarse la vida como relaciones públicas en alguna discoteca de moda. Conoce a un montón de tías buenas con ganas de marcha y a muchos tíos que, como él, son de familia “de posibles” y prefieren ir de marcha a estudiar. Podría llenar cualquier discoteca con esa fauna. Después del examen tal vez se lo plantee en serio. Pero de momento toca clavar codos.

Una cafetera llena hasta el borde y vuelta a la mesa. La falta de costumbre está haciendo que le cueste trabajo concentrarse, pero por sus... narices que este examen lo aprueba: ecuaciones diferenciales, que a saber para que demonios valdrá eso. Si hoy los cálculos se hacen todos usando un ordenador; le metes los datos y listo, el programa te hace todos los cálculos mucho más rápido. Y no te hace un café al mismo tiempo porque no le enchufan la cafetera, que si no... Pero hay que centrarse, que ya está divagando otra vez. ¿Por dónde iba? Ah, sí, las dichosas ecuaciones, uff, que coñazo. En fin...

Van ya cinco semanas dejándose la vista en los dichosos apuntes. Esperemos que haya un poco de suerte y no pongan el examen demasiado difícil, a ver si está dejándose la piel para nada. Pero parece que la cosa va bien, el examen es mañana a las diez y apenas le queda nada más que repasar un poco por si acaso. Por la tarde irá a darse una vuelta para oxigenarse, tal vez se tome una cerveza y para cama temprano —para variar— para estar mañana descansado.

Al fin llegó el día “D”. Hoy toca enfrentarse a las malditas ecuaciones diferenciales, pero al menos se las sacará de delante para siempre. Alejo desayuna con calma y sale de casa para coger el autobús al campus. Por si acaso se lleva los apuntes, a veces hay suerte y algún profesor permite usarlos. En la puerta del aula ya hay un montón de gente esperando, docenas de jóvenes que charlan en animados grupos, que repasan angustiados sentados en las escaleras o que salen a fumar un cigarro tras otro presa de los nervios. No conoce a nadie, tan sólo le suenan un par de caras de verlos en los bares y discotecas por donde se mueve la fauna universitaria. Pero no es raro, lo raro es verlo a él allí. Se abre la puerta del aula y un bedel va dando paso ordenadamente a los alumnos que van ocupando las gradas bajo la atenta mirada de una profesora con gesto serio, a su lado, otro bedel permanece a su lado esperando órdenes.

Una vez se han sentado todos, los bedeles comienzan a depositar los exámenes girados ante los alumnos y una vez han acabado se colocan en los extremos de la fila central del aula atentos a cualquier movimiento extraño, parecen águilas esperando una presa. La profesora da las últimas instrucciones y les permite girar el examen para comenzar.

Alejo gira la hoja y encara la primera pregunta, se trata de resolver varias ecuaciones, pero tienen algo raro, no entiende nada, ¿qué pinta aquí un coseno? Sin dudarlo, levanta el brazo llamando la atención de la profesora que le mira sobre el puente de las gafas y se acerca con gesto de fastidio —ya empiezan a dar por saco—.

—Dígame señor... no recuerdo su nombre, y ahora que me fijo, ni su cara.
—Soy Alejo Bermúdez, no entiendo estas ecuaciones, ¿está segura de que entraban para este examen?
—Pues sí, señor Bermúdez, estoy segura—contesta mientras ojea un papel dentro de una carpeta-. De lo que no estoy segura es de lo que pinta usted aquí
—¿Qué pinto? Hacer el examen de ecuaciones diferenciales— Alejo no puede creer lo que oye.
—Pues nada. Ánimo y mucha suerte. Pero de verdad, no es necesario que se moleste. Puede usted irse.
—¿Cómo? ¿Me está expulsando del examen? Si no he hecho nada para que me expulse— es increíble, ¿es que ya ni preguntar se puede? Está alarmado, o aprueba este examen o se ve cavando zanjas.
—Es cierto, no ha hecho nada. De hecho, ni se ha matriculado en esta asignatura, por eso no sé que pinta usted aquí.

Fin



Reencuentros






Cordones Invisibles
Amantes
Por (su) culpa mía
Rojo trance
Elixir
Promesa
Suspendido
Reseca
Piel antigua
Soñare
Tiempos vacíos
en lo árido
mis labios.

En un suspiro
ahogo (mi) silencio.

Masa amorfa
mi sentir,
desvanece
Noche
sueños
en residuos
Trasparentes.

tu (en él)yo
mass
       inf
           in.

Juan M Flores

Pintura óleo Adriana Colombo

Amor eterno






El amor llega siempre como esas mariposas que vuelan incesantes y de pronto se posan en un   sitio específico. Constantemente, existe el temor de saber si es el verdadero por la simple inexperiencia y el deslumbramiento que acontece en su descubrimiento. Después Y cuando nos damos cuenta que es el que buscamos y anhelamos nos entregamos plenamente a él en sentido, ternura y corazón...

Pueden pasar muchos años pero no muere, al contrario crece, crece como la planta mágica y se riega y abona con las simples vivencias cotidianas, especiales, secretas.

Luego, pasan décadas y ya no es tan apasionado, se torna mas tranquilo, placentero, mas intenso, sincero, te acompaña y anima, fortalece y consuela. Pasa a ser el amor de un amigo/a, compañero/a, fraternal, el que no interrumpe tus silencios y se sumerge en el mundo evaluativo, en la apreciación sublime, en el cariño inmenso, hasta en la dependencia porque se transforma en una comunión espiritual. Y se está junto a él o ella; y se disfruta hasta que uno de los dos muere y el otro queda sumergido en profundos vacíos, en infinita tristeza, en negra desolación... con la amarga verdad de estirar la mano en la cama hacia el lado donde dormía y sentir que esta pasa lisa porque ya no está ni volverá mas   nunca.

Entonces, interrumpe tus oraciones como un duende travieso, aparece en tus sueños, se apodera de los recuerdos, está en el diario compartir, en las anécdotas, en los besos escondidos que le das a sus hermosas fotos.

Después de tanta angustia te vas acostumbrando a la idea que te deja la muerte y florece la paz interna, la resignación, y quedas en libertad, esa que no se anhela nunca pero que en el fondo es completamente falsa porque sigues atada a su esencia aunque ya no quede nada de su alma, y se ignore donde pernocta su espíritu y se sepa que su cuerpo sólo es un cúmulo de cenizas.

Si, quedas en libertad de seguirlo amando, de continuar esa   fidelidad que nunca se rompió y que marcó la verdadera pureza de un amor eterno, de esos que quizás en este mundo trastornado, existan pocos.
 
Quedas en libertad de llorar, ansiar, revivir, amar, llamar en el silencio, pedirle que se te aparezca aunque sea  entre los sueños, y cuando estás en la  simple rutina conversar mientras imaginas que está   disfrutando su sabroso café....o conversando sobre la vida misma, las satisfacciones, la corresponsabilidad en la  existencia, sus proezas a  las que agregaba un poco de mentiras, los  chistes y cuentos de su infancia  afanosa u observas esbozada en el aire y como producto de la imaginación, su  hermosas sonrisas.

Es mentira, quedas en una libertad aprisionada a su eterno recuerdo, a la esperanza de un futuro reencuentro. 

Amigos lectores, ese es el amor verdadero, por eso, cuando miro a mi alrededor y veo tantos divorcios, pienso en las circunstancias adversas para la misma persona que lo enfrenta, para los hijos ante un cambio tan brusco que tal vez hablando psicológica y emocionalmente, sea mejor; especialmente cuando las causales son supremas e insuperables como en el caso del alcoholismo, la drogadicción, prostitución, machismo imperante, infidelidad constante, otras. Sin embargo, existen circunstancias superables que se obvian por el predominio del orgullo, la soberbia, el desbalance entre lo positivo y negativo de una persona, la intromisión de los padres, la pérdida de valores, el poco  mérito  que se le da al matrimonio porque se  llega a él por  la búsqueda de una estabilidad, de una libertad diferente a la del   hogar, la mentalidad de lo que no  sirve se bota, o a rey muerto rey puesto, o simplemente, es  una ilusión, un apantallamiento que cuando se opaca o se corre el telón,  surgen los  peros, los  defectos, las inconformidades, el hastío, la desconsideración. Algo que duele, es que uno de la pareja prefiera lo demás: lujos, diversiones, promiscuidad, vicios, prepotencia, falsedad, egoísmo, yoísmo, violencia, incomprensión, por sobre sus hijos”… lamentablemente, ocurre a diario y no se busca ayuda, lo mas fácil es liberarse del yugo, la pena de ser considerado/a socialmente, una victima…

Creo que se debe luchar hasta lo imposible, subsanar   heridas, refugiarse en la fe, revestirse de humildad para reconocer  los errores que se pueden cometer, pero si  no existe la concienciación, un verdadero  amor, un amor eterno, todo se revienta, como el pabilo de hilo podrido que al halarlo  se divide en fragmentos…

Aquí recuerdo un poema de cuando estudiaba bachillerato: Para ti que estás triste, para ti que estás solo/a, pobre rosal que en mayo no floreces y a quien octubre dejará sin rosas…

Mi vocación de docente me pide a gritos que siga despertando conciencia y abonando los valores, porque todos  los seres humanos tenemos dentro una lucecita que nos reprocha y sermonea, lo importante es no  taponar los  oídos para dejar de escuchar.




TERAPIA DE MACHOS-EPISODIO 11: José Francisco: "Matar a un Ruiseñor"

-Ayer la ví.

José Francisco tiró la noticia en el grupo de terapia como una bomba….

-En realidad los vi. Estaba en el arenero del parque con el que supongo debe ser mi nieto.

Rebobinemos. Todo había comenzado dos semanas antes, cuando Guillermo, el terapeuta que dirigía la terapia de grupo, les había encomendado la “misión” de regalar una rosa y un libro a alguien significativo, alguien que les hiciera enfrentar sus propios “dragones internos”.
Y José Francisco,siempre tan  tan cumplidor, responsable y tan  ejemplo de buen paciente,  había sido el primero en cumplir con la tarea encomendada. Su “dragón” eran  sus dos hijas, a las que no veía desde su primer año en prisión, hacia casi veinte. Cuando se enteró que saldría en libertad condicional por buena conducta- José Francisco había sido un preso ejemplar-se puso en campaña a investigar sobre el paradero de sus hijas (aunque hasta ahora solo había conseguido datos sobre la mayor, Mariana).
Mariana tenía treinta y seis años, era Psicopedagoga y trabajaba en un colegio de la capital. Según había podido averiguar el ex-bioquimico, la chica se había casado ya pasados los treinta con un arquitecto. En realidad, Mariana Aztigueta había tenido un primer intento de matrimonio con bombos y platillos, pero su novio la había abandonado en el altar para irse con otra. José Francisco se preguntaba si de haber estado él presente en la vida de su hija-de sus hijas-eso no hubiera sucedido. El seguramente habría “olido” al infeliz  y nada de eso hubiera pasado. Curiosamente, él se sentía más en deuda con su hija por no haber estado cuando su novio la abandonó que por el hecho de haber asesinado a su madre y a su abuela (además de al amante de su mujer).
Así fue como averiguó que todos los Martes, Mariana llevaba a un niño a jugar al arenero del parque de su barrio y, muñido de  una rosa roja  y un libro, decidió ir a enfrentar a su "dragón". El libro que había elegido para regalarle a su hija era “Matar A Un Ruiseñor” de la escritora norteamericana Harper Lee. Este libro siempre había sido su libro de cabecera, ya que José Francisco se identificaba fervientemente con los valores morales de Atticus Finch, su protagonista.Y recordaba cuando muchas veces lo había leido junto con su "pequeña" Mariana en el sillón del living de su casa.
Así que ese Martes, se paró con la rosa y con su libro y se quedó firme como las estatuas de la plaza, observando a Mariana.

Mariana ,a diferencia  de su hermana menor, no se parecía a su madre, más bien tenía mucho de los Aztigueta: el porte, el cabello rubio arenoso, el cuerpo espigado y los miembros largos, como si el mismo estuviera atravesado con una vara. Vestía un jean, unas botas de cuero de taco alto y un sweater color natural.
José Francisco se acercó a una distancia prudencial. Allí logró ver que el niño que tendría unos cuatro cinco años de edad, tenía Sindrome de Down.
-Lindo nene-comentó.
Mariana le dirigió una discreta sonrisa, sin reconocer a su padre a primera vista.
-Se llama Nahuel.
Mariana lo volvió a mirar, algo extrañada. Bajó la vista y observó el libro. José Francisco percibió una cierta palidez que se apoderaba del rostro de su hija.
-      - “Matar A Un Ruiseñor”. Mi padre solía leerlo…¿Nos hemos visto antes? Su cara me suena familiar de algún lado.
Para José Francisco , esas palabras resultaron como un estilete cuya punta estaba embebida en algún veneno de acción rápida. Y José Francisco sabía de venenos y de compuestos quimicios. Sin embargo, se mantuvo imperturbable como la cal y se dirigió a su cometido.
-Tome. Esta rosa es para usted. Y este libro también.
Era extraño llamar a su propia hija de “Usted”. La joven se quedó sorprendida.
-¿Para mí? ¿Por qué?-dijo Mariana, confundida, entre una mezcla de sorpresa y desconfianza.
José Francisco siguió impávido, solo haciendo un gesto con la mirada, tratando con orgullo estoico de contener las lágrimas .
Mariana hizo fuerza con la cara como queriendo recordar. Y de repente recordó. Y su pequeño y rutinario mundo del arenero se derrumbó. Se llevó una mano a la boca, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. Pero no eran lágrimas de tristeza, no; eran lágrimas de furia, de enojo, de frustración. No dijo nada. Tan solo agarró a a su hijo e intentó irse.
_Vamos Nahuel.
José Francisco la agarró de un brazo.
-Soltame, asesino…O me pongo a gritar acá…
-Hija…dejame por favor…vamos  a tomar un café..
-Dejé de ser tu hija hace veinte años. Mi padre está muerto…Al menos, el padre que yo quería. Y no el monstruo que envenenó  a tres personas a sangre fría por despecho.
-No, estoy bien vivo y ya pagué por lo que hice. Y no los maté por despecho. Ellos se lo merecían, eran unos inmorales, se reían de mí. Quiero saber de vos, de tu hermana. Nunca más me vinieron a visitar…La última vez que las vi eran dos adolescentes…
-Dos adolescentes a las que marcaste para siempre-dijo Mariana con la misma imperturbabilidad de su padre. Mariana tomó con hastío a su hijo, le puso el abrigo y dándole la espalda a su padre, comenzó a alejarse.
-¿Y Vanessa? ¿Cómo está tu hermana?
Mariana se detuvo  de golpe y dándose la vuelta le dijo con una sonrisa bizarra, mezcla de tristeza y desprecio.
-No sé. La última vez que supe de ella fue hace varios años, cuando se escapó con mi novio a Colombia,mientras yo esperaba con mi vestido de novia de diseñador en la sacristia de la iglesia,  haciéndome no solo cornuda , sino el hazmerreir de todas mis amistades.
José Francisco se quedó atónito. No podía creer que la mujer por la que el futuro marido de su hija había dejado era por su otra hija. No habái nada que hacer: Vanessa no sólo se parecía  a Elsita en lo físico; evidentemente, también en su personalidad.
Mariana siguió caminando y se perdió entre los tilos del parque. José Francisco se quedó parado en el arenero, entre el tobogán y las hamacas, con la rosa tirada en el piso y el libro en la mano.
No había que darle más vuelta al asunto: para su hija Mariana, José Francisco no era ningún Atticus Finch.


Continuará….